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COMO UN ESTANDARTE

Juan Pasquau Guerrero

en Diario ABC. 24 de junio de 1971

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La «Maternidad» que pintó Zabaleta es una maternidad de plena dedicación. La hizo en Quesada después de uno de sus viajes a París. ¿Le salió como reac­ción? Bueno; Zabaleta era un hombre raro que, cuando iba cada año a su pueblo a arreglar las cuentas de sus olivares, vivía con dos viejas —especie de «amas» de cura laico— y con ocho o diez gatos (pardos, ne­gros, blancos...) que asomaban misteriosos por todas las puertas del caserón. Rafael Zabaleta, que erotizó de lo lindo en sus cuadros, encontraba en el paisaje de la comarca nativa un contrapunto a cual­quier frivolidad. Las caderas y los senos de las campesinas de la tierra brava de Quesada tienen, en la versión del pintor, no sé qué castidad en medio de sí sé qué opulencia. En el cuadro, esta madre cam­pesina se muestra toda ella seno. Sus pe­chos son ya propiedad —plena propiedad— del niño que lleva en el regazo. Pero la mujer, al hacerse toda seno... accidenta­liza y subordina el reclamo erótico de los senos. Cierto que Eros y Maternidad se presentaron con relación de medio a fin, y nadie puso demasiadas objeciones nunca a la idea de que la novia era «para» la madre. Pero ¿sucede ahora así? Esta mu­jer de Zabaleta no representa una hem­bra con suplemento de madre: es madre redonda y total.

—Oiga —salta un duende desde un rin­cón, un duende que anteayer leyó a Aldoux Huxley, y hoy, probablemente, a Vaisiliev—, oiga, ¿no quedará para el folklore esta madre el día en que, des­pués de todos los tanteos, resulte que cier­tos son los toros en todo eso de la reproducción «in vitro»? ¡Pero si los experimen­tos preliminares ya están como quien dice! Siempre la maternidad fue una buena no­ticia familiar. Pero... ¿y si un día la ma­ternidad pasa a ser noticia de periódicos?

Imagino que los miembros del «Frente de Liberación de la Mujer», que, según nos contaba hace poco Alfonso Barra en ABC. trajinan por el mundo anglosajón, sienten una gran simpatía hacia esta clase de duendes futuristas. Pero ese «Frente de Liberación» no es un feminismo. Ojalá lo fuese. No es un feminismo, sino que pre­tende una «cirugía de choque». («Hay que ver, mi abuelita la pobre...»). Uno conoce a encantadoras madres y esposas con doc­torado en Medicina o en Filosofía que abo­nan la opinión de quienes creemos que la mujer, además de un lindo objeto, es un sujeto entrañable, admirable y respetable. Sin embargo, lo que quieren las del «Fren­te de Liberación», al parecer, es que ¡a la papelera! todo cuanto al lindo objeto se refiere. Y entonces uno se indigna un po­quito. ¿Por qué regla de tres la mujer va a tener que renunciar a su preciosa cali­dad de objeto? Goethe valoraba como po­tencia primerísima del «eterno femenino» su misión de adorno. La mujer está en su derecho de aspirar a arreglar el mundo, pero ¿es ese motivo para que desista de perfumarlo? Ya se sabe lo que responden los duendes —y quizá las mujeres de la Liga de Liberación—. Responden que si «moral burguesa» para acá, y que si tal, y que si cual. Y si Unamuno, que escribió que «el único laboratorio psicológico o de la mujer es el matrimonio», les saliera al paso, le contestarían otra vez con la copleja («Hay que ver, hay que ver, las co­sas que hace un siglo gastaba la mu­jer...». En cuanto a la maternidad...
La bioquímica sospecha nuevos monta­jes de la vida a escala ultramicroscópica. Esto es alentador para la Ciencia y para la Medicina especialmente. Pero entonces van y salen —y se nos ofrecen— las «am­pliaciones» de la ciencia-ficción. ¿No abundarán en el «Frente» quienes augu­ren para el siglo XXI la desaparición de cualquier mamá que, salvo excepción folklórica, no sea de verdad «químicamen­te pura»?

La madre total y redonda, de plena de­dicación, que pintó Zabaleta, no es la mu­jer mejor, porque hay muchas valencias en la mujer y bastantes maneras de ser madre compatibles incluso con el pluriempleo. De todas formas, la «Maternidad» de Rafael Zabaleta vale como una proclama, como una réplica a ciertos extremismos y desórdenes. Vale como un estandarte.