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Los niños están inquietos ante las vacaciones. La disciplina, inminente la holganza, se quebranta un tanto. Ya, todos los alumnos, tienen en su cartilla escolar las calificaciones de los exámenes finales. Comentarios, confrontaciones, alegría... En algunos chiquillos el júbilo está atenuado por el 4 en Matemáticas o el 3 en Lengua. Otros, han escrito ya en la pizarra —letras con tiza de color— el consabido letrero «Vacaciones»...Entonces el maestro «promulga» un silencio, los manda sentar y dice, poco más o menos:
—Bueno, pues hoy va a ser ese, el tema de la lección. Vacaciones.
Jolgorio. De nuevo hay que pedir silencio.
—Pues sí. Las vacaciones también pueden ser una materia de estudio. Realmente todo, todo en este mundo, es asignatura. Todo ofrece enseñanzas. El aprender no termina nunca. Hay un descanso en las vacaciones, pero el descanso absoluto —como la paz absoluta— “empieza nunca”.
Habéis usado del arco. No arroja flechas el arco si no tiene la cuerda tirante. Pero la cuerda no puede estar tirante siempre; entonces, se romería... Sucede igual con nuestra inteligencia. Cada conocimiento que adquirimos exige la tensión de la atención. Pero hay que dejar descansar de vez en cuando la mente, si queremos conservarla sana. Sin embargo, no creáis que la vacación viene para olvidar lo de la escuela. Las vacaciones, en cierto modo, son como un reposo para el proceso digestivo de los conocimientos.Mirad:
La alimentación no cesa cuando hemos terminado de comer. Comer es el acto previo e indispensable para la nutrición Pero ya sabéis que la nutrición no la hacen las mandíbulas. Es cuando la masticación ha terminado su molino, cuando en los órganos digestivos se cumple la operación maravillosa. El estómago da vueltas a los alimentos, los mezcla con sus jugos... Luego vienen los jugos hepáticos, también para la ayuda, para la colaboración digestiva; porque los órganos de nuestro cuerpo trabajan en equipo. Finalmente, hay una selección que filtra lo útil y elimina lo inútil, y...¡he aquí los alimentos convertidos en sangre! Pero notad que estos procesos digestivos se verifican sin que nosotros nos demos cuenta , y que se ven favorecidos si mantenemos nuestro cuerpo en reposo.
Algo semejante ocurre con los conocimientos. Los aprendemos en la escuela; allí los ingerimos, los machacamos, los masticamos... Pero salimos de la escuela y nuestras ideas —ya dentro de nuestro conocimiento— no están ni mucho menos inoperantes. A lo mejor, mientras jugamos, mientras paseamos, mientras dormimos, lo aprendido se mezcla con lo aprendido antes, y también “empieza a dar vueltas”, sin que nos demos cuenta, dentro de nuestro espíritu que, lentamente, asimila, selecciona, ordena y elimina. es bueno, siempre, un reposo después del trabajo mental, precisamente para favorecer tal asimilación.
Es bueno un período de vacación después del curso. De otra manera, vendría la fatiga. ¿Sabéis lo que produce la fatiga?. En lo material, un exceso de peso. En lo mental, un exceso de conocimientos que se aglomeran sin pasar por el filtro selectivo, que se apretujan para entrar, y forman algo así como un desorden... Tiene que venir un guardia diciendo “¡atrás!”, para deshacer el tumulto. Es decir, tiene que producirse un orden. La fatiga es el agobio que trae consigo el desorden...
(Un ligero cuchicheo en los escolares. El profesor tiene que dirigirse a dos de ellos, a quienes el “santo” de la lección empieza a írseles al Cielo... Y prosigue).
—Sin embargo, no conviene abandonar en absoluto durante las vacaciones las tareas escolares. Una cosa es el descanso, y otra la pereza. La pereza no tiene sitio en nuestra vida. Siempre que se nos presenta delante, lo hace sin ser llamada. Se “cuela”.¿Sabeis que es la pereza?.
Es un gusano que empieza a roer, a roer nuestras manzanas, nuestros logros, nuestras adquisiciones, nuestros conocimientos. La pereza es como un estanque quieto: en seguida sus aguas se pudren si no se renueva. Quiero deciros que las vacaciones no son para la quietud absoluta. Hay que emplearlas en algo, hay que renovar, durante ellas, cada día, el agua descansada. ¿Entendéis? Tiene que haber ocupaciones —práctica de deportes, juegos, viajes, excursiones, trabajo en casa...lo que sea —incluso también en las vacaciones tiene que haber algún rato de estudio, si bien en pequeñas dosis. Contraproducente es la fatiga, pero la relajación absoluta es peor. Hay una ley orgánica que dice que órgano que no se usa, se atrofia. Este principio sirve también para la inteligencia. Si no practicamos nuestros conocimientos, pierden agilidad y, al fin, terminan por embotarse.
Durante la temporada de descanso, debéis leer, escribir, hacer algún problema...¿Es mucho, cada día una hora de estudio o de repaso?. No es mucho. Necesario, pues, es que forméis el propósito de no dejar del todo los libros y los cuadernos durante el tiempo que se avecina. Si no lo hacéis así, cuando llegue el nuevo curso vais a estar completamente desentrenados. Y no vais a poder otra vez con el Colegio. Os va a pasar como a ese señor que se abandona a la buena vida, que como y duerme y apenas pasea... ¿Qué le pasa a ese señor? Engorda y sus músculos carecen de flexibilidad. Va a tomar del suelo una moneda y... no puede porque se lo estorba la barriga.
Cuidad mucho,niños, de que vuestros conocimientos no pierdan flexibilidad, por falta de uso, en las vacaciones. No os vaya a suceder como al señor de la moneda... Que luego, en octubre, vuestra inteligencia no tenga la cintura tan gruesa, con tanta pereza almacenada, que os resulte imposible hacer la más mínima flexión mental.
Ya lo sabéis: El espíritu también reclama siempre gimnasia, mucha gimnasia.
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