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En la Caja de Ahorros de Granada, Daniel Pintor ha expuesto paisajes. El paisaje es género difícil, porque no basta para hacer un óleo ver y mirar los álamos del río, o el bosque o la montaña. Precisamente es en el paisaje donde el pintor se lo inventa casi todo, poniendo sus colores más que los colores y elaborando bellezas inéditas a base de la naturaleza que sigue su ritmo. Pero el ritmo del artista es otro. Y, entonces, el árbol, el terrazgo o la pradera dejan su «tempo» e incluso su perenne figura para seguir la andadura presta —serena o agitada, según los casos— del pintor. Daniel Pintor Usa de todo el teclado cromático para sus cuadros y cuando dibuja es que se acalora o se encalma con arreglo a sus propios dictados. No es un pintor de ecos, porque usando de la normativa machadiana, está más atento a las voces que a los ecos.
Sus voces —es decir, sus expresiones, sus carismas estéticos, sus emociones— le pertenecen enteramente. No ha visto ni ha oído en otra parte lo que oye y ve dentro de sí cuando ante sí tiene la noche enlunada, el áspero serrijón o el perdido caserío hallado frente al olivar.
Así es lo que se ve. Pero cómo Daniel consigue ésto, cuál es el secreto de su estilo o modo, él lo sabe. Por supuesto, Pintor no se mansturba el cerebro para obtener originalidades en solitario. Una de las cosas mejores de Daniel Pintor es que sus óleos están demandando la colaboración del contemplador, están llamando la mirada ajena. No es eso siempre así en los artistas. Los hay empeñados en el afán hermético de disfrutar ellos solos con su obra más bien intrauterina, con perdón. Aunque luego digan que hacen «arte de comunicación».
JOSEFINA VALDIVIESO
En la Caja de Ahorros dé Córdoba, la granadina Josefina Valdivieso ha expuesto óleos y gouaches. Es artista temperamental —ella misma lo declara— y sus obras no desmienten su afirmación. Se advierte en el trazado firme, en el dibujo vigoroso y en la fuerza de sus colores, nunca vacilantes. Lo mismo cuando emplea gouache y tinta en sus «Campos de estío», como cuando usa cera y gouache en su «Composición de flores», como en sus óleos, la imaginación de la pintora une siempre a la fidelidad del modelo, unos granos de locura, según el precepto horaciano. Pero esa «loca de la casa» que es la imaginación, pisa sólido sin hundirse en légamos o sin fugarse en evanescencias. Se ve que Josefina Valdivieso siente en cada triunfo, en cada logro, el estímulo para otros logros... Obtiene en su cuadro «Maíz» una perfección formal, realmente excelente. En «Lilas» hay oficio y empuje.
Y hay gouaches que parecen hechos de paso y a los que la autora concede quizá poca importancia y que, sin embargo, son todo un exponente de lirismo, de belleza y de coraje. Creo que Josefina Valdivieso va a exponer pronto en Granada. Vaticinamos que este suceso será su definitiva alternativa.
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