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EXPOSICIONES DE DANIEL PINTOR Y JOSEFINA VALDIVIESO

Juan Pasquau Guerrero

en Diario Ideal. 10 de octubre de 1976

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En la Caja de Ahorros de Granada, Daniel Pintor ha expuesto paisajes. El paisaje es género difícil, porque no basta para hacer un óleo ver y mi­rar los álamos del río, o el bosque o la montaña. Precisamente es en el paisaje donde el pintor se lo inventa casi todo, poniendo sus colores más que los colores y elaborando bellezas inéditas a base de la naturaleza que sigue su ritmo. Pero el ritmo del ar­tista es otro. Y, entonces, el árbol, el terrazgo o la pradera dejan su «tempo» e incluso su perenne figura para seguir la andadura presta —serena o agitada, según los casos— del pintor. Daniel Pintor Usa de todo el teclado cromático para sus cuadros y cuando dibuja es que se acalora o se encal­ma con arreglo a sus propios dicta­dos. No es un pintor de ecos, por­que usando de la normativa machadiana, está más atento a las voces que a los ecos.

Sus voces —es decir, sus expresio­nes, sus carismas estéticos, sus emo­ciones— le pertenecen enteramente. No ha visto ni ha oído en otra parte lo que oye y ve dentro de sí cuando ante sí tiene la noche enlunada, el áspero serrijón o el perdido caserío hallado frente al olivar.

Así es lo que se ve. Pero cómo Da­niel consigue ésto, cuál es el secre­to de su estilo o modo, él lo sabe. Por supuesto, Pintor no se mansturba el cerebro para obtener originali­dades en solitario. Una de las cosas mejores de Daniel Pintor es que sus óleos están demandando la colabora­ción del contemplador, están llamando la mirada ajena. No es eso siem­pre así en los artistas. Los hay em­peñados en el afán hermético de dis­frutar ellos solos con su obra más bien intrauterina, con perdón. Aun­que luego digan que hacen «arte de comunicación».

JOSEFINA VALDIVIESO

En la Caja de Ahorros dé Córdo­ba, la granadina Josefina Valdivieso ha expuesto óleos y gouaches. Es ar­tista temperamental —ella misma lo declara— y sus obras no desmienten su afirmación. Se advierte en el tra­zado firme, en el dibujo vigoroso y en la fuerza de sus colores, nunca vaci­lantes. Lo mismo cuando emplea gouache y tinta en sus «Campos de estío», como cuando usa cera y gouache en su «Composición de flores», como en sus óleos, la imaginación de la pintora une siempre a la fidelidad del mode­lo, unos granos de locura, según el precepto horaciano. Pero esa «loca de la casa» que es la imaginación, pisa sólido sin hundirse en légamos o sin fugarse en evanescencias. Se ve que Josefina Valdivieso siente en cada triunfo, en cada logro, el estímulo pa­ra otros logros... Obtiene en su cuadro «Maíz» una perfección formal, real­mente excelente. En «Lilas» hay ofi­cio y empuje.

Y hay gouaches que parecen hechos de paso y a los que la autora concede quizá poca importancia y que, sin em­bargo, son todo un exponente de li­rismo, de belleza y de coraje. Creo que Josefina Valdivieso va a exponer pron­to en Granada. Vaticinamos que este suceso será su definitiva alternativa.