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HAY que ordenar la mesa del despacho. ¿Por dónde empezar? Bueno, es eso. Realmente, el mundo, hoy, semeja una gran oficina. Hemos agolpado infinitos papeles. El problema está, en saber cuáles hay que romper, cuales deben revisarse... Pero es que ordenar necesita su tiempo. Y eso es lo que escasea. Toffer ha escrito "Le choc du futur". Espanta la velocidad con que el futuro viene hacia nosotros. ¿No fuimos nosotros, los hombres, quienes avanzábamos hacia el futuro? Ahora, da la sensación de que es él quien se nos echa encima raudo. Y esto da miedo a Toffer. Y, probablemente, también a usted y a mi...
Si hay que poner un orden en el mundo, esto necesita holgura. "Para obrar es preciso detenerse", enseñaba Aristóteles. Pero detenerse era un lujo de los griegos, aquellos maravillosos inventores del ocio.,. En nuestros días, la consigna es avanzar, aunque sea sin saber adonde. Puede que el ignorarlo nos mantenga uncidos. (Poincaré escribió: "Con la verdad ocurre como con el caballo que, enganchado a una noria, se negaría seguramente a avanzar si no se tuviera le precaución de vendarle los ojos".)
Ya que hablamos de ojos vendados, se me ocurre pensar que este tiempo de "praxis" nos está escamoteando la última esencia y la densidad íntima de las cosas. A ver quién es el guapo que pone orden así en la gran oficina que decíamos que es el mundo en torno. Más informados que nunca, con más medios de comunicación que nunca, resulta que de casi nada estamos del todo enterados. Si nos elevamos al estudio de alto copete, si por un instante nos interesa de verdad la Verdad, nos damos cuenta enseguida de que las ciencias especiales que se ocupan del hombre ocultan, bajo sus bruñidas escamas, al hombre mismo. Mientras las antropologías analizan, pesan, miden y cuentan, experimentamos una comezón. Tanto rumor, ¿está "tapando" la pauta segura de los ritmos? Max Scheller vuelve a enseñarnos que el hombre está hecho para añadir "una nueva planta" al Universo. Al Universo que ya, con él, con el hombre, es diverso. Bien: Pero solemos quedarnos en la fase del proyecto. Planificación: Palabra de moda. Los economistas programan planes quinquenales. El peligro es que todo quede en asamblea, en "simposio", en comisión organizadora.
¡Qué desencanto! Más desencanto, si dejamos el libro y tomamos el periódico.. Hay que leer el periódico diariamente, por muy lectores de libros que seamos, porque en el periódico viene el mapa de los problemas inminentes y el suelo que pisamos. ¿Hemos dicho suelo? A lo mejor, lo que pisamos es un terremoto. La geopolítica, de poco tiempo acá, sufre una orogénesis sorprendente. Es como un plegamiento nuevo. Nixon va a ir a Pekín y hay quien cree intuir que esta novedad es síntoma de la aparición de un Terciario histórico. ¿Van a sufrir mutaciones la fauna y la flora de la civilización, de la política, de las ideologías, de los bloques, después de esta visita? El Terciario geológico trajo al dinosaurio y al diplodocus. Se aventura —no se sabe si con optimismo o con pesimismo— que el deshielo del bipolarismo nos va a introducir en aquella estupenda y utópica "noosfera" que barruntaba Teilhard de Chardin (?). Bien; pero un corresponsal ha ironizado: "Nixon va al mercado sin saber qué ganado le conviene comprar". Justamente, la entrevista Nixon-Mao será un botón de muestra —botón grandísimo, claro está— entre tantos botones que luego, a lo mejor, no abrochan. El visiteo político no cesa. Bhwtto, Sadat, Indira Ghandi, Golda Meir, Willy Brandt y muchos personajes y jefes más, que sentimos no recordar, simulan en sus desplazamientos un divertido rigodón diplomático. Lo de divertido es un decir. Lo dramático es lo comentado por Luis Calvo: ¿Qué ganado quiere adquirir cada uno en el mercado?
Vamos a ver quién ordena la mesa de la oficina. Y vamos a ver quién se aclara. Porque el rigodón no se limita a las ínsitas. Resulta que las ideologías irreconciliables se han puesto ahora, ya que no a intercambiar propósitos, sí a prestarse mutuamente métodos. ¿No han leído ustedes que en China domina actualmente una especie de puritanismo moral? Los chinos hacen cada noche su examen de conciencia y se analizan: "¿Qué he hecho yo hoy por el partido?". Ycuando a un niño le preguntan qué estudios va a seguir, contesta: "Los que el partido comunista quiera". Esto tiene un tinte y un talante... ignaciano. Leo, también, que en Shangai se prohibe a los novios que vayan acódados o agarrados de la mano. Mientras, en Occidente no se estrena obra dramática que no tenga a la cama como protagonista. Se está volviendo muy "curiosa" nuestra metodología, moral. Uno no quiere parecer timorato; pero cuando uno ve que el demonio predica moral viene el pensamiento —la tentación— de suponer que ciertos cristianos han hecho de la moral una especie de "res nullius" y que el enemigo se "aprovecha" y se erige en ocupante. (No hay que darle vueltas, el enemigo existe. Y Cristo nos advirtió de su astucia.)
Que sí, hombre, que sí. Que hay que ordenar el despacho. Y que para eso necesitamos encender muchas luces que no sé quién se esfuerza por mantener apagadas. Rickert se lamentaba de que nuestra cultura creció por agregaciones, por acumulaciones de saberes dispersos. Y de que nos está faltando la síntesis. ¿Qué intereses guían el momento cultural actual, tan íntimamente ligado con el momento político y con la diplomacia, internacional de las "visitas"? Tocar el timbre de alarma a cada instante puede ser ridículo. No usarlo nunca es bobo. A mí me parece indudable que estamos en un momento histórico interesante y lleno de incógnitas. Por supuesto, existen motivos para no temer demasiado a ese choque con el futuro que Toffer presagia con trenos casi apocalípticos. Pero, al mismo tiempo, la cautela se impone donde Id confusión intenta sus borrascas. Es temerario permanecer siempre a la intemperie. Elemental prudencia: "Abrigar" un poco nuestras ideas, nuestras verdades. (¿Es por eso que en Londres la moda está esforzándose por el relanzamiento del sombrero...?)
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