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No sé si todos hemos pensado, si hemos meditado bien , en la pedagogía que encierra la "noche oscura", esa poesía que es, al par, un manual didáctico, para la formación de la persona. Esa poesía de nuestro gigante –pequeñito gigante, de estatura física– que es San Juan de la Cruz. ¿Qué es la noche oscura del egregio carmelita? ¿Es un anubarramiento, un espesor de tiniebla, un nihilismo que preparamos para el asiento de la tristeza? ¡Que va! Es todo lo contrario que un nihilismo. Sus nadas –"Si quieres venir a serlo todo, no quieras ser algo en nada"– no son sino el sitio, el hueco que el alma enamorada prepara a la plenitud. A la "plenitud de plenitudes y todo plenitud", que diría Amado Nervo, frente a la "vanidad de vanidades y todo vanidad", que dice el Eclesiastés.
Pedagogía del Amor. El hombre, la persona, se forma en información de amor al Creador, pasando por las criaturas, y a las criaturas pasando por el Creador. Con Amor hay ya entendimiento, hay inteligencia. Se ha dicho que el Cristianismo no es una ideología. Mejor sería decir que el Amor es la ideología del Cristianismo. En San Juan de la Cruz, el Amor es el fermento de todas las cosas, de todos los conocimientos; el revulsivo de todas las ideas, la espuela de todas las inquietudes. Nadie lleva más viento en el espíritu y más movimiento en su vida que un amoroso, es decir, que un místico, que un profesional del Amor.
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