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Por reciente información se conoce ya el desenvolvimiento, en Ubeda, de la VII Asamblea Pedagógica de Enseñanza Primaria organizada por las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia. Pero el comentario, aquí, se impone.
Unos centenares de maestros se han dedicado, en vísperas del comienzo de curso, a fortificar con savia nueva."Nuevas técnicas en la escuela", era el lema de la asamblea. Y así don Juan Moreno García, director del CEDODEP; don Alfonso Iniesta, inspector de E.P. en Madrid; don Ambrosio Pulpillo, secretario del CEDODEP, y don Arturo de la Orden Hoz, jefe de Estudios del mismo organismo central primario, en unas disertaciones abiertas al diálogo cordial, han destilado, día a día, todo un curso de buena pedagogía; pero honda pedagogía diáfana a la que ha servido de vehículo un limpio y esforzado fervor; no simple doctrina afelpada en tonos doctorales. Más bien, doctrina accesible, prodigada con ese estilo nada enfatuado que tiene siempre la verdad. Por eso, el resultado ha sido eficaz y cierto.
Los problemas múltiples de la escuela, de cada uno de sus cursos, de cada una de sus disciplinas o materias, se han estudiado de cerca, sin desvíos ni derivaciones extrañas. En la Asamblea Pedagógica de la Sagrada Familia, lo importante ha sido la Pedagogía. Ahora bien, la Pedagogía no tiene dogmas y sus normas de ayer pueden ser muy bien susceptibles de modificación, algunas veces radical.
La Pedagogía no es un credo religioso. En Pedagogía no hay doctrina revelada. De ahí que no sea temerario, en Pedagogía, optar por métodos distintos, opuestos en ocasiones a los de ayer. En esta asamblea, se ha puesto de manifiesto el deseo de todos los componentes de la Institución de la Sagrada Familia hacia una apertura briosa y esperanzada a las técnicas nuevas. ¿Por qué no? El señor obispo de Jaén, doctor Romero Menjíbar, que obsequió en el acto de clausura a los asambleístas con un espléndido discurso, recordaba precisamente la necesidad de una modernización y de una apertura en todos los estamentos y en todos los trámites didácticos. Solo que esta apertura –como también magistralmente enseñaba el Dr. Romero Mengíbar- ha de ilustrarse con el contrapunto de una fidelidad constante, sincera y entrañable a los principios inmutables que nuestra concepción cristiana del mundo exige; principios que sólo "mirando a Roma" y a la luz que de Roma irradia podemos conservar en su generosa integridad.
Tuvo otras notas emotivas el acto de clausura. El discurso, magnífico y matizado de bellezas, del padre provincial. El del padre rector de la Institución, R.P. Luis Moreno García de la Herranz, de una elegancia, de una fuerza, de un brío teologal que hizo vibrar enardecidamente a los asmbleístas. Los también magníficos de don Víctor Nieto, director escolar, y de don Angel Gómez. Y la ofrenda cálida de la institución al inspector jefe, que contestó con unas palabras agradecidas en las que la bondad y la inteligencia de don Isidoro Vilaplana se hicieron patentes una vez más. Cerró el acto el alcalde don Jerónimo Garvín, con una muy acertada y breve intervención. Actuó de moderador en las sesiones el incansable Padre Mendoza, organizador principal de la asamblea.
Ahora viene el curso escolar. ¿La escuela es anodina? ¿La escuela es para el alumno y para el maestro un trabajo forzado? No. La escuela es el principio y fundamento de una regeneración, de cualquier regeneración. Los centenares de maestros asambleístas están todos de acuerdo en esto. De ahí su ilusión, su esperanza de un trabajo fértil. Su alegría. Sí; los maestros saben ser hombres de alegría y esperanza. Basta con promocionarlos a un auténtico, genuino, afán.
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