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La Orientación Profesional, decíamos en nuestro anterior artículo, se fundamenta en la psicología. Pero, ¿ en qué psicología? El término es genérico. Por supuesto, insinuábamos, el psicólogo no es el psicotécnico. Aunque se haya dicho que la psicotecnia es a la psicología lo que la física es a la ingeniería, el tiempo desmintió hace tiempo estas ilusiones.
Las exploraciones psicotécnicas siguen siendo muy útiles, pero ya se demostró que son insuficientes. Y los aparatos no bastan. Y tampoco los "tests". Desconocer el valor auxiliar de los "tests" y de los aparatos psicométricos puede resultar fanatismo reaccionario; ahora bien, irrogarles una infalibilidad en el pronóstico o en la medición, implica un absolutismo de signo contrario. Especialmente para el pronóstico profesional fallan medidas e índices, ya que si, como se ha dicho tantas veces, el hombre es una organización en evolución, ¿cómo podrá preveer la prueba, con los datos que un momento dado suministra el devenir de la personalidad?.
Parece, precisamente, que la personalidad se diagnostica mejor con ciertos aspectos caracterológicos, temperamentales, genotípicos, del individuo en cuestión. Y la personalidad –la personalidad activa- es, probablemente, el indicio más útil para la Orientación Profesional. Por supuesto, se trata de la personalidad concreta -por concreta, compleja- en cuyo producto tantos factores intervienen; factores entre los que no son los ambientales los menos importantes, ya que precisamente son ellos los que completan los determinantes genotípicos hasta formar en cada persona el fenotipo correspondiente.
La investigación del psicólogo de la Orientación Profesional se ve obligada, asistida, decimos, por las técnicas psicométricas, pero no confiada enteramente a ellas, a explorar por muy diferentes caminos. No puede el psicólogo orientador prescindir de la herencia, ni, inclusive, cuando las circunstancias lo aconsejen, de las posibles y valiosas aportaciones de la psicología profunda, aunque no es Freud sino Adler quien puede guiarle por estos vericuetos...
Campo difícil porque el psicólogo no opera jamás con magnitudes exactas. Ni siquiera opera con magnitudes, sino, con cualidades, con aspectos, con cambiantes y reflejos. Por eso, en la orientación profesional ha de atenerse al cómo y no al qué. ¿Qué es la inteligencia? ¿Es una entidad integral, en función única?. ¿Es una media -por decirlo así- de varias inteligencias complementarias que en el individuo actúan?. ¿Hay en la inteligencia -como quiere Spearman- un factor nuclear con distintos factores satélites?.
No le interesa la dilucidación al psicólogo del laboratorio de Orientación Profesional. Le urge, mucho más, saber que clase de inteligencia o qué aspecto de la inteligencia –el conceptual, el verbal o el espacial, según la clasificación de Schultz- influye y casi determina la aptitud del alumno o del orientado. Análogamente, en la constatación de las aptitudes que implica el temperamento o el carácter, el psicólogo no se contenta con el descubrimiento de una tendencia, de una vocación. No basta. Necesita estudiar en cada tendencia y vocación hasta saber si son lo suficientemente idóneas para el uso profesional, para la expresión profesional, ya que el espejismo es frecuente; ya que, además, hay vocaciones que no implican aptitudes y al contrario. "El hombre se hace expresándose", escribía Diltbey. El orientador profesional tiene que preveer, para evitarlos en lo posible, los márgenes de error de una tendencia, de una aptitud o de una vocación que puede refractarse precisamente al realizarse. Para ello -dice Chlensebargue- el orientador profesional dispone de un medio eficacísimo: el diálogo. Conversando, el psicólogo profesional, obtiene más botín que midiendo.
Con este botín, la Orientación se asegura tantos considerables con respecto a su eficacia. Y sin embargo, tampoco basta. Nunca basta. Todavía el orientador profesional debe conocer a fondo los distintos aspectos de las profesiones, debe ser un perito en... Profesiografia y en Ergologia, es decir, en la ciencia de las profesiones y en la ciencia del Trabajo. Si los Centros de Orientación se limitasen a la demanda y al registro de datos y aptitudes sin, de otra parte, documentar la oferta, informando suficientemente a los futuros profesionales del carácter de cada una de las ocupaciones que se les brindan, su misión seria bastante incompleta. Porque los Centros de Orientación Profesional pueden definirse, al fin y al cabo, como Centros de Contratación Psicológica del Trabajo...
Sólo cuando la Orientación Profesional cuaje en toda la línea, los problemas de la Producción y del Trabajo hallarán su expediente para una solución viable. De ahí el creciente interés pedagógico en todo el mundo - y en España existen ya realizaciones concretas a este propósito - hacia tan fundamental aspecto educativo.
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