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Al artista Palma Burgos, debemos el dibujo de nuestra portada. A él también, el apunte simbólico y la rotulación de ÚBEDA.
Otra vez ha acertado plenamente Palma Burgos. Porque en verdad, Úbeda, ante todo, es «clave». Arquitectónicamente, la clave implica el secreto de la estabilidad del arco. Lo que sucede es que la clave sabe disimular su eficacia.
Úbeda, en el centro de la provincia, es clave porque Ubeda, en el centro de la provincia, es Cultura. Y, ¿qué es la Cultura? Reflexionemos: Cultura es síntesis; cultura es concatenación de esfuerzos; cultura es aunación de principios, sinopsis de transcendencias.
Puede que Úbeda no sea, en realidad, todo esto; pero, al menos, esta es su vocación.
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Sucede que por una ligazón continuada de influencias, la valoración espiritual -clave de cualquier alta empresa- repercute en las zonas más aparentemente al margen del espíritu.
La espiritualidad de un pueblo llega como un oxígeno, a todos los alvéolos de su estructuración. También la economía, la industria, la agricultura todo, se beneficia con el espíritu. Con el espíritu que es inteligencia; con la inteligencia que es cultura.
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La Cultura hemos dicho que es la «clave». Equilibra y unifica. Concebir el arco sin clave, sería como querer independizar la Poesía de la Vida; como querer tabicar las ideas, impidiéndoles la actividad, la vida de relación, sumiéndolas en el encierro de la «torre de marfil»; como dislocar, descoyuntar, la realidad una e indivisible de las cosas.
(Eso es lo que quisieran algunos; una «torre Antonia», una reclusión permanente, para la Cultura. Y que toda Roma, entonces, fuese para ellos.)
Pero la cultura reclama su Magisterio; lo clave, en bien de lodo el edificio, no puede ser preterida.
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Queremos pues, en «ÚBEDA», poner de manifiesto la «transcendencia» de nuestra ciudad. Queremos señalar cómo su alta valoración espiritual -probablemente latente nada más, por falta de decisión te los ubetenses- puede representar en el concierto de las ciudades jaeneras el secreto de una magnifica vitalidad.
Naturalmente, dueños de la «clave», deberemos estar siempre dispuestos a tender nuevos arcos.
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