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León Herrera y Esteban, José Luis Jiménez Messía, Rafael Villoslada y Peula, Antonio López García..., ¡cuatro nombres para Úbeda! En el salón de sesiones del Ayuntamiento, en acto organizado por nuestro Centro de Iniciativas Turísticas, con la asistencia de las autoridades provinciales y locales, y tras la solemne proclamación ritual, Rafael Vañó, Secretario del Centro, hizo el cumplido elogio de estos «claros varones», que merecieron el honor de «ubetenses 1975». Luego se les entregó por el Alcalde el trofeo correspondiente. Y hubo discursos de Natalio Rivas y de Fernández Peña. Y el colofón estupendo de unas palabras, que al par fueron conversación, discurso, lección magistral y despliegue ideológico, pronunciadas por León Herrera al dar las gracias en nombre de los homenajeados.
Los cuatro han dado brillo a la ciudad, los cuatro están vinculados —diríamos que vehementemente vinculados— con Úbeda y ha sido justo, cálido y emocionado el homenaje.
León Herrera. El tono de su voz es conocido por toda España. Ha sido, por así decirlo, notario de excepcionales sucesos de la Historia patria. De su voz nos llegó noticia de trascendentes eventos. Y esta misma palabra —sonora, amplia, llena de matices, variada de registros— ha tenido flexiones de entrañado sentimiento, recordando en el salón de sesiones de nuestro Ayuntamiento sucesos de su vida de niño, acaecimientos de su vida política. Hemos advertido en León Herrera una potencia, una seguridad. El hombre de fina réplica, de sutil respuesta, que tantas veces, en las «ruedas de prensa» de TVE hacía limpia esgrima de su oportuna dialéctica, ha recibido el obsequio de uno de los más largos, clamorosos y unánimes aplausos de los ubetenses. De los ubetenses que por temperamento, por sobriedad, por sentido de la medida o por frialdad, si se quiere, más bien aplauden poco. De la mano de León Herrera, durante su período ministerial, Úbeda obtuvo eficaz acogida para sus mejores proyectos. Y ahora este pueblo se gloria un mucho de los valores de este hombre cuyos cuatro abuelos, y dos de cuyos bisabuelos eran ubetenses. Y todos sabemos que las virtudes políticas de León Herrera seguirán cotizándose en beneficio de España. Nos da la impresión este procurador en Cortes de que será uno de los mejores parlamentarios del Congreso que se anuncia. Al tiempo.
No pudo venir a recoger el trofeo José Luis Jiménez Messía. No todos los que me leéis habéis tenido el honor de conocerlo. Es un aristócrata de estirpe. Por tanto, inteligente en grado óptimo. Por tanto, de una sutil elegancia de espíritu. Por tanto sencillo, cordial, generoso, desbordante. La raza de los Messía —tan pegada a la piel y tan enraizada en el corazón de Úbeda— ha plasmado en José Luis uno de los valedores mejores. A la UNESCO, al Consejo de Europa ha llevado José Luis la emoción, la gracia, la pureza lírica, los méritos artísticos de la ciudad. Ha sido el postulante egregio de las virtudes «europeas» de Úbeda. ¿Es Europa una confederación, una civilización, un engranaje económico, un resultado histórico, una síntesis geográfica, un campo de batalla, un mercado? De todo un poco fue y ha sido y, probablemente, seguirá siendo. Pero sobre todo Europa siempre fue una cultura montada en el espíritu y para el espíritu. Muestra de ese talante espiritual de Europa es Úbeda. Como en otras escalas los de Siena, Florencia, Brujas, Estrasburgo, Colonia, Compostela. ¡Es enardecedor el título de «Úbeda, realización ejemplar», que se concedió con motivo del Año Arquitectónico Internacional al pueblo de la iglesia de El Salvador, de la Casa de las Torres, de San Juan de la Cruz, de Vázquez de Molina... y de los Cueva, los Orozco, los Messía! José Luis lleva en su sangre la Historia de Úbeda y la hace valer siempre que es oportuno o preciso.
El padre Villoslada —¡cuántas veces he hablado y he escrito de él!— ha sido uno de los benefactores más indiscutibles que ha tenido Úbeda desde nuestra guerra acá. Él, en mucha parte, ha dado «carácter» a nuestro pueblo. Y varias generaciones llevan la impronta de su colosal obra cultural, de esa otra realización ejemplar que son las Escuelas de la Sagrada Familia. Comenzaron en 1941 con un discurso del Padre Villoslada en una escalera de la calle Corredera, propiedad de Anita Benavides. Pero él fue haciendo sitio y más sitio para su obra. Fue haciendo ambiente, creando clima. Su alma en constante ebullición ha dado a nuestro pueblo no ya páginas gloriosas, sino fervor, anhelo, proyecto y fermento. Recibió el año pasado el Padre Villoslada un homenaje resonante. Pedimos al Padre Villoslada que venga más veces por Úbeda, este pueblo en que él de manera tan exquisita, tan franca y tan decisiva supo volcar su alma.
Antonio López García —tan de Úbeda— es el hombre de bondad indescriptible, numerosa, interminable. Hay muchos estilos a ser bueno. Antonio López García reúne en su pensamiento y en su actuación todos los estilos de ser bueno que existen. Es muy difícil este equilibrio de conseguir una bondad total que no cojee ni por la derecha ni por la izquierda; ni de frente, ni por detrás. Es un logro que pocos hombres privilegiados consiguen. Yo estimo que para conseguir esta bondad es preciso como antecedente indispensable una matizada y armoniosa inteligencia de las cosas. Antonio López García, ubetense inalterable, que no es un simple «listo», ni un «astuto», «ni un vulgar «triunfador». Antonio López García, bueno por inteligente e inteligente por bueno.
Cordialísima felicitación, enhorabuena a estos cuatro hombres, a estos cuatro nombres de Úbeda.
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