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Cuando el Año Nuevo cambia el marcador del tiempo, aun el más frívolo encuentra unos instantes —después de quitarse el cucurucho festivo— para zarandear un poco el pensamiento con la meditación que se impone. ¡Caramba, cómo pasa el tiempo! ¡Y que lo diga usted, amigo! Pero el error está en aguardar la hora próxima. Porque cuando llegue la hora próxima emplearemos el tiempo en esperar la siguiente. Siempre la espera y muy pocas veces la esperanza.
Ayuda a hacerse cargo del pequeño drama del tiempo que viene para irse la lectura de los «papeles», de la Prensa de hace cinco, diez, veinte, cincuenta años. Esta publicación, GAVELLAR, en su número anterior, hacía el recuento de todos los periódicos dados a la luz en nuestra Ciudad. (Son 29, aunque yo quitaría de la lista dos o tres por el hecho de que no alcanzaban la categoría de prensa ubetense, ya que su carácter era lamentablemente panfletario.) Es un regalo —gran regalo— tener en las manos, por ejemplo, un número de «La Opinión», fundada en 1890. ¡Qué lejana se nos ha quedado la Úbeda que refleja ese periódico! Uno es un poco escéptico en eso de lo «mejor» o de lo «peor». Aquella de 1890 era, sencillamente, una Úbeda distinta. Como «distinta» era también la Úbeda de «La Provincia», que duró quince años. (Y a propósito. El «record» que señala GAVELLAR con respecto a «La Provincia» lo supera «Úbeda», que duró desde 1949 a 1968.) Distinta, asimismo, la Úbeda de «Vida Nueva» o de «Alminar». Ya puestos con el recuerdo, ¡qué justo es destacar nombres como el de Ramón Ferreiro, Juan Casas Tamayo, Francisco Ortega Toral, Antonio Vera, Juan Peñas Bellón, Lorenzo Lechuga, Antonio Martínez Gallego, don Marcos Hidalgo, Juan Martínez de Úbeda, Antonio Castillo Vergara, Antonio Benito, Sancho Adán, Rodríguez del Rincón, don Manuel Ráez, don Manuel Muro, don José Amadeo Moreno Cortés, don Rafael Gallego Díaz, don José Gallego Díaz, don Ricardo Bajo... y tantos otros que prestigiaron estas publicaciones de Úbeda y dieron fe de los sucesos, gracias y desgracias de nuestro pueblo. No doy nombres de la penúltima generación de escritores ubetenses —a los de la revista «Úbeda» me refiero— porque son demasiado recientes. El hecho es que leyendo Prensa no reciente parece como si uno se consolara un poco de todo lo que se fue. Entre lo que se fue hay mucha bazofia y, entonces, bien ido está. Pero otras cosas se fueron nada más que a causa de la velocidad. Lo repetiría mil veces: la urgencia y la velocidad, la prisa y «lo mucho que tengo que hacer», no son causas suficientes para que se queden en la cuneta muchas cosas entrañables. Vamos con la prisa esa arrojando «lastre» de verdades, de costumbres, de usos, con el pretexto de que son antiguos. ¡Qué van a ser antiguos, hombre! Lo que pasa es que a usted, hombre, no le caben en la cabeza. Porque a lo mejor, hombre, usted tiene una cabeza privilegiada, pero puede que mal amueblada. Quiero decir que, probablemente, con muchísimas ideas, pero mal colocadas, mal dispuestas. Y entonces, ante el amontonamiento, usted se pone a hacer limpieza y arroja lo antiguo lo primero. Que no, que no y que no: no me sirven las «categorías» de antiguo o moderno. Me sirven las de bueno o malo, limpio o sucio, bello o feo.
¿Seguimos con lo de las publicaciones ubetenses? Pienso que ésta de GAVELLAR, que cumple un año, nació con nobilísimos propósitos. Hasta ahora, en línea de superación, ha satisfecho a un gran sector de ubetenses que beben en ella cada mes razones y corazonadas —«razones de! corazón y corazonadas de la razón», que diría don Eugenio d'Ors— del amor a su pueblo. Es bueno que GAVELLAR llegue a Holanda y enhebre —aunque con hilo finísimo, y cuanto más fino es el hilo pues mejor— a ubetenses de todas partes. Eso es confortante. Hay que desearle a GAVELLAR muchos años de existencia y que supere las crisis económicas inevitables en todas las publicaciones y a todas las edades. Pero cuando hay al frente de GAVELLAR un capitán y una marinería tan estupendas, hay motivos para asegurar que todo va a ir bien. He notado en el último número de GAVELLAR como un S. O. S. Y algo como si alguien empezara a desanimarse. No debe ser. Y, por supuesto, hay que expresar y testimoniar al equipo de GAVELLAR (que está también recogiendo en su cuenco un período interesante del tiempo de Úbeda) un agradecimiento. Por eso yo he pedido para Antonio Millán —personificación de GAVELLAR— que se le otorgue el galardón de «Ubetense distinguido 1975». Lo he pedido recogiendo el sentir de muchos hombres de nuestro pueblo, al Centro de Iniciativas y Turismo de Úbeda.
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