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en Gavellar. Año VIII, nº 97. Diciembre de 1981, pp. 12-13 |
Úbeda: tus límites humanos (I) Hace unos veinte años que, esto que sigue, empezó a gestarse en la pequeña historia de mi vida. Fue una mañana, probablemente nerviosa, madrugadora para mis costumbres de entonces, cuando se inició esta mutua aproximación. Iba hacia un pueblo, imaginado en sueños despiertos en lo alto de unos montículos y enjaezado por mi fantasía con elevadas torres eclesiales. La radio de entonces repetía un "slogan" que me gustaba: "La ciudad de las altas torres".
en Gavellar. Año IX, nº 99. Febrero de 1982, pp. 9 |
Úbeda: tus límites humanos (II) No aceptaba mi amigo la opinión porque, para él, la gente ubetense era sencilla y cordial, como todas las gentes de buena crianza. Insistía en que su trato con las personas había sido siempre fácil y llano. Pero los mayores refutaban: "Porque no has intentado entrar en ese ambiente refinado. Son unos panolis relamidos que no me van y es mejor que no pierdas el tiempo". Fueron, ya digo, palabras duras.
en Gavellar. Año IX, nº 100. Marzo de 1982, pp.8 |
Úbeda: tus límites humanos (III) El término papihonrao es tabú en Úbeda, todos lo utilizamos discretamente y todos tenemos una idea aproximada de lo que significa. Es una expresión que puede dar mucho juego si queremos entrar, a su través, para conocer una idiosincrasia peculiar.
en Gavellar. Año IX, nº 102. Mayo de 1982, pp.12 |
Úbeda: tus límites humanos (IV) Pues bien. Mi gente tiene un gran cariño por Úbeda, sus personas y sus cosas. Es más: si hubiera que hacer una última y exquisita prelación, diría que el cariño es máximo para las cosas y óptimo para las personas. Lógico. ¿Quién no quiere a su tierra y a sus gentes?
en Gavellar. Año IX, nº 104. Julio de 1982, pp. 13 |
Úbeda: tus límites humanos (y V) El sabio rey Salomón, en su libro de Proverbios (8-9), dice: «No reprendas al burlón porque te cobraría odio, reprende al sabio y te amará». Sé que Úbeda es una ciudad sabia y que me habrá comprendido en mi ánimo sincero.
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